La música puede hacernos llorar. Puede llevarnos a alcanzar el máximo rendimiento en el deporte. Nos calma, nos hace felices o nos pone ansiosos.
Desde hace algún tiempo, la relación entre la música y el estado de ánimo ha sido objeto de atención en diversas disciplinas. Los neurocientíficos se interesan por lo que ocurre en el cerebro cuando escuchamos música, mientras que los psicólogos investigan los efectos de ciertos géneros musicales en nuestras emociones. Los estudios han demostrado que la regulación del estado de ánimo es, de hecho, una importante motivación para que escuchemos música. Sin embargo, a menudo elegimos la música que se adapta a nuestro estado de ánimo.
Otros estudios sugieren que ciertas canciones tienen un efecto positivo en la autoestima. Y otros estudios han demostrado que la música de nuestra juventud en particular es formativa para nosotros y que la recordamos especialmente bien. Sin embargo, a pesar de estos enfoques, sigue sin estar claro cómo funciona exactamente la interacción entre la música y la mente y si las correlaciones encontradas se aplican globalmente.
Las emociones y la música van juntas: Piensa en los estridentes sonidos de violín que anuncian las escenas de las películas de terror. O los tonos suaves que puntúan una película romántica. Pero, ¿elegimos determinadas piezas para que influyan en nuestras emociones o buscamos la música que se adapte a nuestro estado de ánimo? Un estudio de la Universidad de Cornell, en el estado norteamericano de Nueva York, ofrece ahora una imagen de cuándo se prefiere qué música.
Los investigadores examinaron millones de transmisiones en línea de la plataforma musical Spotify en todo el mundo para encontrar patrones según la hora del día y la temporada. Como informan en la revista científica Nature Human Behaviour en enero de 2019, más allá de las fronteras culturales y nacionales, las personas tienden a escuchar música más relajante por la noche, mientras que durante el día prefieren temas más energéticos.
Pero también hubo claras diferencias regionales. Los habitantes de Asia, por ejemplo, tienden a elegir música relajante, mientras que los oyentes de América Latina eligen sobre todo piezas estimulantes. En total, el equipo dirigido por el científico social Minsu Park, de la Universidad de Cornell, analizó 765 millones de piezas musicales transmitidas en la plataforma musical Spotify por casi un millón de personas de 51 países.
Según el análisis, en general son los más jóvenes los que escuchan música con mayor intensidad, un dato que no sorprende a Gunter Kreutz. La novedad para el musicólogo de la Universidad Carl von Ossietzky de Oldenburg es más bien la posibilidad de trazar un mapa de las "sensibilidades continentales": "Corresponde al estereotipo de que la filosofía del Lejano Oriente extrae su fuerza de la tranquilidad. Es muy diferente en Sudamérica, donde la actitud de la gente ante la vida aparentemente pide más ritmos emocionantes".
Sin embargo, ni siquiera el estudio actual puede responder a la pregunta de si la música influye en nuestras emociones o si elegimos la música que se adapta a nuestro estado de ánimo. Probablemente se trate de una interacción, escriben los autores del estudio. Otro punto débil del análisis es que sólo se evaluaron los datos de las personas que utilizan Spotify, una crítica que también plantea Kreutz. Los usuarios tendrían que tener un mínimo de riqueza para poder permitirse Spotify.
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